Sustitución de los carpinteros por informáticos
La sociedad actual de los países donde la economía es lo más importante, se está encargando de sustituir los carpinteros por informáticos y montadores.
Desde el comienzo de la revolución industrial hasta la actualidad, en el año 2019, los procesos de trabajo han ido cambiando constantemente de forma proporcional y potencialmente.
Cambio del método tradicional al mecanizado
Hemos pasado de trabajar con las manos, empleando madera natural, herramientas y maquinaria tradicional a un proceso tan mecanizado y artificial en el que las maderas que se usan en carpintería son sintéticas e imitaciones, ya no existen las virutas en el suelo, ni huele a madera en el taller, los aserraderos han desaparecido, el operario que trabaja en la carpintería sabe más de informática que de madera y apenas dispone de un mínimo contacto con el artículo que se está construyendo.
Si continuamos así, llegará el día en el que no sabremos usar nuestras manos ni nuestra inteligencia, se confía más en las máquinas que en el ser humano, se está informatizando la mayor cantidad de tareas posible, sustituimos el pensar, el observar, el tocar y el sentir por los teclados y las pantallas, donde el aprendizaje del oficio de hoy en día se basa en formarse para darle órdenes a un ordenador para que la máquina corte, cantee, escuadre, cajee, atornille, etc. y a montar lo que las máquinas fabriquen.
Esta época tecnológica que vivimos es cómoda, no requiere esfuerzos físicos, consigues productos perfectos y rápidos, pero es un beneficio engañoso para las personas. Como seres humanos necesitamos desarrollar nuestros sentidos y nuestro cuerpo y tener un contacto directo con lo que hacemos; necesitamos más humanidad y menos máquinas, esta filosofía se refleja en los juguetes que creamos.
No hay espacio para el artesano
Transformarse e ir adaptándose a los tiempos y al mercado de la globalización es positivo y necesario; pero no hay que olvidarse de donde venimos y ahí es donde radica el problema. Hoy en día no hay espacio para el artesano , cada vez está más infravalorado y la tecnología impera en nuestros trabajos.
La tecnología es necesaria y hay que acompañarla pero sin ser sus esclavos y sin olvidarnos de nuestros orígenes; combinando la práctica de las técnicas del carpintero de siempre que nos hicieron llegar a donde estamos con la práctica de tecnología.
Son pocos los carpinteros de hoy en día capaces de trabajar con una gubia para hacer un ensamble; sacar un escuadro con el metro o emplear una sierra para hacer un inglete o clavar con un martillo y se hace imprescindible invertir esta tendencia.
Para luchar contra esta práctica claramente mayoritaria hay que encontrar el equilibrio, entre la mayoría tecnológica y la minoría artesana , compartir las tareas de forma natural y sin presiones. Las máquinas tienen y pueden coincidir con el hombre pero en su justa medida.
Conseguirlo es complicado, hay que fomentarlo desde las escuelas, las empresas y sobre todo nosotros mismos debemos tomar conciencia de ello. Tenemos que ser conscientes de las dificultades y el tiempo que conlleva obtener resultados pero no podemos ceder en el intento.